Bruselas, 21 dic (Prensa Latina) Al margen de congojas y augurios, hoy constituye una jornada significativa al celebrarse el Solsticio de Invierno, que de alguna manera también influye en el comercio, las finanzas y la economía global.
Este parecer de algunos expertos se apoya en el impacto que tales 24 horas aparece en millones de personas en el Planeta, sobre todo en el Hemisferio Norte.
Día de jolgorios en muchas culturas mientras rogamos por una Tierra mejor, en momentos de guerras, enfermedades, problemas como la inflación, incremento de precios de los alimentos y otros males.
Adelantos Mayas, ensombrecieron fecha de tanto relieve en 2012, aunque científicos y descendientes de esos primeros pobladores centroamericanos, otorgaron interpretaciones diferentes, ante vaticinio del fin del mundo y lo cambiaron por plan de término de una era y comienzo de otra.
Pero el Solsticio de invierno es mucho más que tales previsiones, incluso representa momento de encuentro, de plegarias en caso de los religiosos y de nuevos votos, siempre a partir de determinados acontecimientos del 21 de diciembre celebrados desde hace mucho.
El solsticio de invierno corresponde al momento en que la posición del sol en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste. Esta eventualidad depende del calendario y tiene lugar del 20 al 23 de diciembre todos los años en el hemisferio norte, y del 20 al 23 de junio en el hemisferio sur, nombrado Solsticio de verano.
Como significado expreso, se trata de la reversión de la tendencia al alargamiento de la duración de noches y el recorte de las horas del día. Cada cultura define de diferente manera ese fenómeno, y para determinadas voces representa el inicio o la mitad del invierno en el hemisferio en cuestión.
Sin embargo, la palabra invierno lleva cierta subjetividad debido a que es muy difícil establecer la mitad o el inicio científicamente. Pero el solsticio si se puede calcular el segundo en que ocurre, y mientras para unos solo dura ese segundo también se venera las 24 horas de una jornada.
Por tanto, la interpretación por diversas culturas, es también diferente, aunque la mayoría coinciden en considerarlo un período de renovación o renacimiento, para lo que se preparan festivales, ferias, reuniones, rituales, encuentros y otras actividades sociales.
Como vocablo, esta palabra deriva del latín sol, de igual manera se interpreta como sol y sístere que se traduce como permanecer quieto. Comentan que desde el año 45 ANE, el 25 de diciembre se determinó en el calendario juliano como el solsticio de invierno europeo, a diferencia del año civil y del año tropical.
En esas complejas cuentas se trasladó el asociado con el solsticio astronómico, con un adelanto de tres días cada cuatro siglos, por tanto careció de la precisión actual hasta 1582, cuando el papa Gregorio XIII cambio el calendario (calendario gregoriano).
El solsticio de invierno del hemisferio norte llega aproximadamente el 21 de diciembre, cuando se celebra. En el presente la fecha fluctúa, pero no es necesario considerar la variación, solo se nota en un día cada tres mil años.
Como cultura, las interpretaciones son variadas, por ejemplo para los celtas en Irlanda la temporada invernal inicia el 1 de noviembre, día de Samhain y termina en Imbolc o la Candelaria del 1 al 2 de febrero.
Para el Asia oriental la conclusión invernal está dada por la energía solar, con Dong Zhi con el solsticio de invierno en el medio y se apoya en la altura aparente del astro rey sobre el horizonte al mediodía.
En diseños del Neolítico y la Edad del Bronce se conservan esbozos que apuntan entonces a sitios particulares para esta fecha como los puntos arqueológicos de Stonehenge en el Reino Unido, y Nueva Grange en Irlanda, y todo ello influye en la vida de la gente y en su comercio y economía.